La muestra de pinturas que Marcela Pittner inaugurará el miércoles 26 de mayo en el Museo Metropolitano resume sus búsquedas de la identidad personal conjugada con sus reflexiones sobre la historia argentina reciente. Pittner conjuga plásticamente las tensiones del yo (ser individual) y sus circunstancias (contexto social) que fue eje central del pensamiento de la filosofía de José Ortega y Gasset.
Estos factores filosóficos y existenciales subyacen en las imágenes de Pittner. La apariencia es tersa, distanciada de toda crispación, y remiten a los presuntos sosiegos de la representación figurativa.
Es fácil identificar las arquitecturas urbanas que Marcela Pittner traza con solvencia pictórica. El perfil de cúpulas, campanarios, mansardas, entablamentos y veletas registra los imaginarios simbólicos elegidos para representar los imaginarios del poder durante la centuria pasada.
Pittner tiene solvencia de oficio para evocar estas imágenes. Pero su afán no se agota en la representación fiel. costumbrista, del entorno porteño. La fragmentación de la imagen identificatoria, la grieta que corroe las estructuras edilicias aluden, sin duda, al quiebre de las estructuras instituciones que fracturaron el orden social.
Esta visión de Pìttner evoca las fragmentaciones de Diana Dowuek. Entre ambas poéticas se tiende un nexo de sensibilidad desde perspectivas ideológicas quizás no compatibles pero concurrentes en algunas formulaciones plásticas .
El crítico Fermín Fevre señala que la representación de Marcela Pittner no es realista sino simbólica .A través del objeto material la obra pone en juego los imaginarios sociales .Y los contrasta desde la perspectiva del devenir histórico.
Este planteo conceptual excusa la ausencia de toda figuración humana. Pittner reflexiona sobre las circunstancias históricas y recata las duras experiencias personales de las que fue víctima. Y trasciende la realidad íntima y la reflexión política en transfiguraciones plásticas que contienen vivencias íntimas y relatos sociales.
En este orden se inscribe el detalle de edificios significativos de la ciudad. Elige ángulos destacados que denotan el eclecticismo arquitectónico y su correlato en el ideario político. Con la fragmentación de la imagen aventa cualquier objetivo narrativo. La grieta que corroe la imagen y el fondo abstracto donde se destaca la imagen ciudadana imponen espacios de alerta y reflexión.
Pittner llegó a la pintura superando muchas instancias desfavorables. Nació en Buenos Aires, en 1945,y se llamó Marcela Fondovila. Se atuvo al mandato familiar, desempeñándose como exportadora de insumos agropecuarios. Al mismo tiempo hacía aprendizajes interdisciplinarios de arquitectura, cerámica, joyería, dibujo y pintura.
El éxito empresarial no pudo sofocar la vocación plástica. A mediados de los años ochenta retomó con Inés Mcadam y Franca de Luca las experiencias iniciadas en 1962 en el taller de Emilia Barceló. Más tarde continuó su formación con Ernesto Pesce, González Perrin, Ariel Mlynarsewicz y Oscar Franchino.
La heterogeneidad de su formación no es errática. En cada mentor Pittner obtuvo excelencia y heterogeneidad conceptual para formular su personal propuesta plástica.
Marcela Pittner realizó exposiciones individuales en la capital, provincia de Buenos Aires, Mendoza, Uruguay, México y Estados Unidos. Su muestra en el Museo Metropolitano es una apuesta mayor a la madurez alcanzada como mujer y artista en etapas difíciles del país.
La muestra de pinturas de Marcela Pittner podrá visitarse desde el 26 de mayo en Castex 3211 (Museo Metropolitano) Entrada gratuita de lunes a viernes de 14 a 19;sábados de 12 a 18,30.Clausura el 9 de junio.
E,P, 23/5/04